2.3. Macondo, la construcción imaginaria de un pueblo.

Pero García Márquez nunca motivó esa búsqueda por darle materialidad a este pueblo que en la historia fundó el personaje de José Arcadio Buendía. «Por fortuna, Macondo no es un lugar, sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver y verlo como quiere», dijo alguna vez García Márquez. De todas formas, la descripción de Macondo corresponde a la de un pueblo caribeño, típico de Colombia, de calles polvorientas y cierta precariedad que fue creciendo gracias a la visión de Buendía.

“José Arcadio Buendía, que era el hombre más emprendedor que se vería jamás en la aldea, había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua, con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto. (…).

La primera vez que llegó la tribu de Melquíades vendiendo bolas de vidrio para el dolor de cabeza, todo el mundo se sorprendió de que hubieran podido encontrar aquella aldea perdida en el sopor de la ciénaga, y los gitanos confesaron que se habían orientado por el canto de los pájaros.