El monólogo más famoso de nuestra literatura es el que pronuncia Segismundo en La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681).
Hoy en día el término monólogo se ha puesto de moda gracias a las intervenciones que ciertos humoristas realizan sobre un escenario ante el público.
Se trata de un recurso teatral desgajado del contexto de una obra dramática, que demuestra el gran rendimiento que puede ofrecer como reflexión o información a los espectadores.
Por último, en el teatro clásico grecolatino solía aparecer un coro que, en ciertos momentos de la representación, era tomado por la voz de la conciencia del personaje, el narrador o una comunidad de personas.
Este personaje colectivo solía poner el punto final a cada uno de los episodios en los que estaban divididas las obras dramáticas.