2.3. El ser en Parménides

Parménides, padre de la metafísica

Ante el ser hay tres actitudes posibles:

Haga clic en los números para desplegar la información.

El no-ser existe; propia de los pitagóricos, los cuales, para explicar el movimiento y la pluralidad de los seres, admitían el vacío o el no-ser fuera del Cosmos esférico que al penetrar dentro de éste por medio de la respiración cósmica lo disgregaba y multiplicaba en muchos seres numéricamente distintos.

Contra ellos opone Parménides; el no-ser no existe; y por lo tanto no puede disgregar internamente al ser; siendo éste uno, indivisible e inmóvil.

El no-ser existe y no existe a la vez; aludiendo a Heráclito; que admitía la unidad del ser, pero en perpetuo movimiento; originándose la pluralidad de las cosas de los encuentros entre los contrarios en las diversas fases de la transformación del Fuego.

Contra esto arguye Parménides; es absurdo que el ser exista y no exista a la vez. Pero si se diera movimiento el ser existiría y no existiría a la vez. Por consiguiente, el ser es inmóvil.

El ser existe y es imposible que no exista. En esta fórmula, a la cual se aferra Parménides; se sintetiza todo su «realismo»; El ser existe y el no-ser no existe. Sólo existe el ser, y no existe el no-ser. No existiendo el no-ser es imposible la división interna del ser. Por lo tanto, el ser es uno, único y compacto.

Los «seres» particulares son nada más que ilusiones u «opiniones» de los sentidos. Tampoco puede darse el movimiento; pues no existe distancia entre los seres; ni espacio vacío en el cual pudiera realizarse.

Así, pues, toda la realidad, tal como la percibe la «razón»; no es más que un Ser único, compacto, finito, limitado e inmóvil (monismo estático del ser finito).