Tiene una mezcla entre la tragedia y la comedia. Es lo más parecido a la vida común.
Los protagonistas pueden ganar o perder.
Su nombre ya nos sitúa en una forma cuya característica esencial es mostrar, de la manera más realista posible, las circunstancias trágicas y cómicas que conforman la vida.
Los personajes ya no representan arquetipos, tampoco son seres completamente buenos, ni completamente malos, sino seres que responden al patrón humano, con defectos y virtudes, aciertos y desaciertos.
A diferencia de la tragedia, el hombre no se enfrenta a designios ni voluntades superiores, contra los cuales luchar es inútil. Tampoco los problemas se solucionarán, como en la comedia, con un desenlace que acomoda a todas las partes.
En el drama, el hombre es dueño de su destino y los conflictos presentados se derivan del vivir mismo del hombre y sus circunstancias. Por lo tanto, los conflictos pueden ser de distinto orden: personal, social, moral, existencia, entre otros.
Algunos ejemplos:
La celestina de Fernando de Rojas
Tragicomedia de Don Cristóbal y la Señá Rosita de Federico García Lorca